sábado, septiembre 25, 2004

El Autoestopista

Carretera al Infierno fue un peliculón en su época, se estrenó en el año 86 y era una de esas películas que alquilabas en VHS y que casi no podías verla de lo rayada que estaba. Hoy he vuelto a verla aprovechando que tenía una copia de la segunda parte. Así que yo y mi hermano nos hemos tragado las dos seguidas del tirón. Yo casi no me acordaba de la primera. Sigue siendo un peliculón con secuencias memorables, una road movie en toda regla con asesino psicópata incluido, muy bien interpretado por Rutger Hauer. La película comienza con un joven(el actor de serie B C. Thomas Howell)conduciendo un coche en una noche lluviosa. El tipo va pegando cabezadas al volante, cuando de repente, entre la lluvia, ve a un autoestopista que no duda en recoger, para así entretenerse hablando y no quedarse dormido al volante. A partir de ese momento comienza la pesadilla. Robert Harmon, el director de esta pequeña obra maestra, sabe como tenernos atrapados detrás del cogote del protagonista mientras es perseguido por el insistente psicópata. También aparece una muy joven y casi irreconocible Jennifer Jason Leigh, que confía ciegamente en la inocencia del protagonista y que no duda en defender.

Después de ver esta pequeña joya de película, uno se pregunta porque Robert Harmon tuvo que dirigir la fallida y malograda Sin Aliento que ni siquiera el gran actor James Caviezel pudo salvar. Según dice la crítica, tampoco se lució mucho en Ellos. Es una lástima. Igual con el tiempo nos sorprende con alguna road movie interesante.

Carretera al Infierno 2 nunca se debió hacer, o por lo menos no como una continuación. Aparece el mismo actor C. Thomas Howell interpretando de nuevo al joven de la primera parte, pero 15 años después y arrastrando graves secuelas psicológicas. Para mi gusto, el director de esta segunda parte, Louis Morneau, lo hace realmente bien, pero no consigue salvar la película, porque el argumento, como diría Danny Glover en Arma Letal, se cae por su propio peso. Empieza muy bien, con un comienzo ingenioso al que después le sigue un guión demasiado flojo y predecible. En esta segunda parte, el protagonista le pasa literalmente el relevo a su mujer, y es ella quién se tiene que enfrentar al psicópata. Un psicópata que no dejan muy claro en ninguna de las dos partes si tiene algún poder sobrenatural, porque la verdad, el tío tiene coartadas para todo y para todos, y encima aparece siempre en el lugar más oportuno y en el momento idóneo. Esta segunda parte ya no es una road movie, sino más bien la típica película de terror de asesino armado con cuchillo, donde aparece la típica mujer asustada buscando un arma para defenderse. Eso sí, el poder de las armas es el mismo que en la primera parte, quién tiene un arma es el que domina, y armas aparecen a montones; desde pistolas hasta palos con pinchos y escopetas. Y también hay sangre, mucho más que en la primera. Por lo demás, la primera parte es infinitamente mejor.

En fin, películas como estas son las que me hacen recordar que nunca jamás se me ocurra pisar el estado de Texas. Donde la policía parece que sea totalmente estúpida, y donde un autoestopista puede conseguir hacerte pasar un verdadero calvario.






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