Después de ver esta pequeña joya de película, uno se pregunta porque Robert Harmon tuvo que dirigir la fallida y malograda Sin Aliento que ni siquiera el gran actor James Caviezel pudo salvar. Según dice la crítica, tampoco se lució mucho en Ellos. Es una lástima. Igual con el tiempo nos sorprende con alguna road movie interesante.
Carretera al Infierno 2 nunca se debió hacer, o por lo menos no como una continuación. Aparece el mismo actor C. Thomas Howell interpretando de nuevo al joven de la primera parte, pero 15 años después y arrastrando graves secuelas psicológicas. Para mi gusto, el director de esta segunda parte, Louis Morneau, lo hace realmente bien, pero no consigue salvar la película, porque el argumento, como diría Danny Glover en Arma Letal, se cae por su propio peso. Empieza muy bien, con un comienzo ingenioso al que después le sigue un guión demasiado flojo y predecible. En esta segunda parte, el protagonista le pasa literalmente el relevo a su mujer, y es ella quién se tiene que enfrentar al psicópata. Un psicópata que no dejan muy claro en ninguna de las dos partes si tiene algún poder sobrenatural, porque la verdad, el tío tiene coartadas para todo y para todos, y encima aparece siempre en el lugar más oportuno y en el momento idóneo. Esta segunda parte ya no es una road movie, sino más bien la típica película de terror de asesino armado con cuchillo, donde aparece la típica mujer asustada buscando un arma para defenderse. Eso sí, el poder de las armas es el mismo que en la primera parte, quién tiene un arma es el que domina, y armas aparecen a montones; desde pistolas hasta palos con pinchos y escopetas. Y también hay sangre, mucho más que en la primera. Por lo demás, la primera parte es infinitamente mejor.
En fin, películas como estas son las que me hacen recordar que nunca jamás se me ocurra pisar el estado de Texas. Donde la policía parece que sea totalmente estúpida, y donde un autoestopista puede conseguir hacerte pasar un verdadero calvario.
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