martes, agosto 23, 2005

Sociedad mutante, peces mutantes

Como esto de escribir funciona en mí como a base de impulsos, pues escribo, acabo de recibir uno, después de más de una semana he recibido otro impulso.

El encargado de llevar al cine al héroe favorito de mi adolescencia, Mark A.Z. Dippé, me sorprende con una película de serie b camuflada de serie Z. Y es que Frankenfish no destaca precisamente por sus primeros minutos. Con una fotografía mediocre tirando a pésima nos presenta al protagonista, un policía especializado en crímenes provocados por mordeduras de animales que es enviado a Otley, una siniestra zona pantanosa sureña, acompañado de una investigadora biológica para aclarar la extraña y brutal muerte de un pescador de la zona.

Hasta aquí la película funciona como un telefilme más, pero a la media hora y sorprendentemente, el director consigue presentarnos a unos cuantos personajes con la suficiente dosis de profundidad como para que sintamos algo de lástima si mueren. Y en pocos minutos más, logra convertir la película en una especie de versión acuática de Temblores, con peces mutantes asesinos como protagonistas.




Una pequeña urbanización formada por tres rústicas casas aposentadas con aparente fragilidad encima de la zona pantanosa, se convierte en escenario principal de la trampa mortal de los protagonistas. Las escenas en la que los peces cometen sus crímenes “naturales” están muy bien logradas, provocándonos más de un sobresalto. Los efectos especiales de los peces creados por ordenador y perfectamente integrados en las escenas consiguen transmitir una gran dosis de realismo ya que hace que la muertes sean impactantes y contundentes, y esto en un telefilme es digno de admirar. Además el gore está servido, hay desmembramientos por doquier muy bien conseguidos y hay alguna muerte con alta dosis de humor negro que hará las delicias de los más malvados gorehounds.

Frankenfish sorprende, en especial a los que nos encantan los ambientes opresivos (esta vez en una zona pantanosa), la tensión y el gore. Mark Dippé demuestra que con pocos medios se puede realizar una buena película, entretenida, divertida y perfecta para ver en una calurosa noche de verano.

lunes, agosto 15, 2005

Psicología y carne de telefilme

Después de ver una película como Sin City necesito cargarme de objetividad para ver cualquier otra película… después de ver Sin City todas me parecen una mierda… pero la vida sigue, y no sería capaz de entenderla o encontrarle sentido si no siguiera viendo películas, si no siguiera leyendo comics, libros, escuchando música o jugando a videojuegos.

Trauma y Breaking Dawn son dos thrillers psicológicos cargados de previsibilidad, que no llegan a destacar por nada en especial pero que al menos sí llegan a entretener. En Trauma nos introduciremos en la postraumática vida de Ben, un tipo que despierta en un hospital después de un accidente de tráfico en el que muere su mujer. Ben intenta seguir su aburrida vida como puede y una vecina se convierte en su único apoyo moral, pero no psicológico, ya que Ben sigue viendo a su mujer… Trauma es demasiado previsible, tanto que cuando llevemos unos pocos minutos de metraje ya sabremos el final. No obstante, se deja ver gracias a algunos momentos inquietantes, a la oscura fotografía y a la aparición de la actriz Mena Suvari interpretando a la compasiva vecina. Recomendada para ver mientras hacemos la digestión después de una buena comida.



Breaking Dawn también es algo previsible pero supera en profundidad a Trauma. Eve es una estudiante de medicina a la que le toca psicoanalizar a un paciente de un centro psiquiátrico. En principio Eve es la que tiene que introducirse en la mente del paciente, pero descubriremos lentamente como sucede todo lo contrario, Don Wake, el enfermo mental, se va introduciendo en la mente de Eve hasta tal punto que no sabríamos distinguir entre quién es el enfermo y qué es real y qué no lo es. Breaking Dawn es una película algo tramposa y repleta de sustos facilones pero efectistas, en la que los actores hacen lo que pueden para salvar el aparentemente agujereado guión y de la que se podría destacar algunos buenos momentos de tensión y oscuridad. Otra película más recomendada para hacer bien la digestión.



domingo, agosto 14, 2005

Rozando la perfección

Jamás un cómic fue tan milimétricamente adaptado a una pantalla de cine. Jamás una violencia tan explícita fue justificada por unos amores tan platónicos. Cine negro en estado puro y extremo, el cine negro desde los ojos de Frank Miller. Sin City, en mi humilde opinión, es una PUTA OBRA MAESTRA. No me digno ni a escribir una de mis personales minicriticas porque no sabría expresar con el acierto que se merece todas las sensaciones que sentí viéndola. Sin City tiene que verse en cine, y me juego los huevos que a la gran mayoría que pasa por este blog les encantará. Yo estoy deseando verla de nuevo, quizás la próxima semana vuelva a pasarme por una de las salas de cine donde la proyectan, puede que la vea en versión original. Por cierto, el doblaje está muy pero que muy bien. Ya estoy deseando que aparezca el dvd, uno de los pocos que compraré, y espero con ansias su segunda parte. Sin City roza la perfección, y quizás sea porque la perfección es inalcanzable.


viernes, agosto 12, 2005

Angustiosa parada

Calvaire es la durísima y brutal opera prima del relativamente joven director belga Fabrice Du Welz. Si hace unos días os comentaba que no debemos subestimar a los paletos, ahora os informo que además debéis temerlos.

Marc Stevens es un artista, un cantante de variedades que sale casi huyendo del geriátrico donde actuaba, siendo allí un icono de la juventud para los ancianos y en especial para alguna anciana, para dirigirse ilusionado hacia el sur de Francia, hacia un futuro mejor. Marc monta solo en su furgoneta y conduce durante todo el día hasta que la fría noche de invierno le cae encima, y la poca visibilidad y el cansancio le obligan a tomar un camino equivocado. Así que súbitamente se encuentra atrapado en lo más profundo de una angosta y tenebrosa zona rural. Pero de entre la oscuridad aparece alguien que cambiará su vida…




Impresionante película a medio camino entre Misery y La Matanza de Texas. Calvaire nos sumerge con una masoquista parsimonia dentro de la asfixiante atmósfera rural para mostrarnos a su protagonista psicológicamente desnudo, indefenso y ultrajado a merced de un esquizofrénico paleto, y de los malsanos y primitivos habitantes de un pueblo perdido en las entrañas de un oscuro bosque. El director no realiza ningún tipo de floritura con su cámara, simplemente la sitúa allí para hacernos testigos de la barbarie, convirtiendo al espectador en un simple voyeur, y es por eso que la película consigue tomar un cariz realistamente macabro que la convierte, en según que escenas, en una película terrorífica y despiadada. Puede que en algunos momentos la ingenuidad del protagonista nos llegue a desesperar pero ¿qué podríamos temer de un pobre anciano que nos acoge con total hospitalidad? Para los gorehound debo comentar que no es una película gore aunque vaya sobrada de sangre.




Calvaire es seca, sórdida y sangrienta. La banda sonora consiste en el sonido del frío viento de invierno y en algunos sonidos de animales que conseguirán desquiciarnos por momentos. Así que la recomiendo ver en una fría noche de invierno y con un tranquilo estado anímico. La cinta puede defraudar para los más experimentados en este tipo de cine, ya que sufre un bajón importante en los últimos minutos dejándonos sin final, sin desenlace, como en una película de David Lynch. La cara de tonto que se me quedó cuando salieron los títulos de crédito seguro que fue impresionante. En cualquier caso es una gran película, en la que los actores están extraordinarios, los principales y secundarios. Puede que alguna escena del final nos recuerde al caótico y violento Gaspar Noé, yo encontré en ella algo de la incómoda Irréversible, incluso algún actor que repite.




En definitiva, Calvaire es una pequeña gran película (sin final) que consigue que nos interesemos en el próximo proyecto de su prometedor director Fabrice Du Welz.
Calvaire se estrenará en USA con el título The Ordeal y puede que llegue a las salas de cine de nuestro país (o directamente al videoclub) con el mismo título.

jueves, agosto 11, 2005

Relato Encadenado - Capítulo 4

El camarero, antes de largarse como un rayo atendiendo a los gritos del cocinero, le entrega a Martin la carta. Martin la coge y observa con detenimiento la fotografía de cada suculento plato, le encanta la pasta italiana y tiene hambre, el desayuno había sido escaso debido a los nervios de la noche anterior; un café sólo no llena el estómago, y hablar con Sara le había abierto el apetito, el de comer y el sexual.

Sara, cuántas noches revolcándonos entre las sabanas… cuántas veces enganchados en los concurridos probadores de los grandes almacenes, en sórdidos lavabos públicos, cuantas veces en desiertas porterías y rellanos de escaleras…

Salir a pasear con Sara exigía llevar siempre calzoncillos largos y el miembro bien saneado. Debía reconocerlo, lo de él y Sara no era amor, era sexo y del bueno. Se complementaban.

Vuelvo a recordar. Sara embestida por detrás, sudorosa y empotrada contra el cabecero de la cama, gritando y pidiendo más. Yo, bombeando extasiado mientras con un brazo aprieto una de sus nalgas y con el otro la agarro del hombro. Sara, le encantaba el sexo y siempre quería poner en práctica toda novedosa escena pornográfica de cada película X que devorábamos juntos.

Sara sabía que a Martin le encantaba la carne fresca, y ella siempre se mostraba como un manjar exquisito. Además, Martin nunca había conocido a una chica que salivara tanto en las felaciones, haciéndolas extremadamente placenteras. Sara y Martin estaban hechos el uno para el otro, sí, era maravilloso pero no perfecto, el amor no existía. Y ese fue el motivo por el que acabaron siendo amigos. Solo el simple hecho de pensar que dentro de unas horas volvería a verla, había hecho que los calzoncillos le apretaran de una manera preocupante. Odiaba el desagradable dolor de testículos y Sara era la medicina impecable que necesitaba. Después de todo Martin era un tipo perseguido, alguien que siempre está de paso, así que Sara era la mejor mujer de todas las mujeres que habitaban la ciudad. Si tenía que compartir fluidos corporales con alguien, ese alguien sería Sara, la vampiresa del sexo.

Vuelve el camarero, un tipo alto y delgado, vestido con camisa blanca, pantalones negros de pinza, un ajustado delantal rojo y con cara de haberse equivocado de trabajo.

- ¿qué le pongo?
- De primero unos Tallarines a la Parchitana, de segundo Filete a la Boloñesa, de beber una botella de litro y medio de agua mineral, no quiero postre y sí un café sólo -Le suelta Martin de carrerilla después de haber aprendido de memoria la carta.
- Muy bien, oído y apuntado -le responde el camarero, sorprendido y con cara de haberse acostado bebiendo whisky la noche anterior.

Último sorbo y se acaba el café, paga la cuenta que el camarero le acercó al servirle el café, y se dirige a la calle lleno de energías. Son apenas las cuatro de la tarde y el tumulto de la mañana se ha transformado en urbanita soledad. A esas horas la mayoría de comercios están cerrados cumpliendo con su jornada laboral partida, los rayos de luz pierden intensidad, y los pocos bares que se reparten a lo largo de la calle son frecuentados por los carajilleros; aquellos a los que les gusta embriagarse bien después de comer, mezclando el café con un poco de licor para más tarde, cuando el café se acaba, ingerir el licor a palo seco, en el mismo vaso del café.

Martin tiene asuntos importantes que tratar, el primero es pegarse una buena caminata para hacer bien la digestión, y antes de ver a Sara, quiere reunirse con alguien para hablar de negocios. Pero hoy quiere hacerlo bien, no quiere volver a despertarse con un hilillo de sangre colgando de la nariz, no quiere volver a repetir los mismos errores.


Continua en Cecilidades.


Web de El Relato Encadenado

Supervivencia del hombre moderno

A veces uno se queda un tanto saturado de toda la mierda de cine comercial y pretencioso actual, y se ve obligado a mirar hacia el pasado rebuscando pequeñas y grandes joyas que por su tremenda calidad no llegan a envejecer nunca. Hace unos días que me topé con una de esas joyas; se trata de Deliverance; una comprometida y cruda película de John Boorman del año 72 que manifiesta una dura crítica al sistema del bienestar y las sociedades modernas, y a la explotación despiadada de los recursos naturales.

Cuatro amigos deciden desconectar de su monótona vida urbanita para pasar el fin de semana en los Montes Apalaches, no contentos con el simple hecho de apartarse de la ciudad que se atreven a embarcarse en una arriesgada aventura; bajar en piragua por los rápidos de un caudaloso río que atraviesa los montes y que resulta ser el último río virgen y salvaje del sur de Estados Unidos, para en breve ser convertido en lago por culpa de la construcción de un embalse.




Unos jovencísimos Burt Reynolds (Lewi Medlock), John Voight (Ed Gentry), Ronny Cox (Drew Ballinger), y Ned Beatty (Bobby Trippe) forman el grupo de hombres necesitados de aire puro y relajante ambiente naturista. Antes de comenzar su malograda aventura, toman contacto con un grupo de lugareños para buscar a alguien que pueda conducir sus coches hasta el final del río, hasta un pequeño pueblo llamado Aintry. Éstos les indican que los hermanos Griner pueden ayudarles.

La escena del duelo de banjos no podía reflejar mejor esa estúpida barrera que separa en la mente de los acomodados urbanitas, a los paletos de los hombres de ciudad. Un niño paleto con su banjo, y con síntomas evidentes de deficiencia repite de manera prodigiosa hasta la última nota que proviene de la guitarra de uno de los hombres de ciudad, que impresionado, le reta en un duelo que acaba perdiendo. Esta escena nos deja bien claro que los paletos, por muy raras que sean sus costumbres no son tontos ni mucho menos, y valdría más no subestimarlos por el simple hecho de que no sepan como es vivir en una ciudad.




Después de dejar sus coches a los hermanos Griner, los hombres de ciudad “disfrutan” de su primer contacto con la naturaleza que resulta no ser del agrado de todos, de hecho es Lewi Medlock el único que parece disfrutar y encontrarse como pez en el agua. Los demás están tan acomodados en sus rutinarias y modélicas vidas de ciudad que un simple ataque de mosquitos les resulta desesperante.

Y esto es sólo la introducción de Deliverance para mostrarnos a cuatro hombres modernos en medio del bosque, a merced de cualquier ataque por parte de animales salvajes, sin policía, sin teléfonos, hombre y naturaleza frente a frente. Pero los animales salvajes no serán sus únicos y posibles enemigos, el cruel destino hace que se topen con dos paletos salvajes y desalmados, y conviertan su aventura en una angustiosa y terrorífica pesadilla.




Película altamente recomendable que nos recuerda que la supervivencia en una sociedad moderna es bastante más blanda que la supervivencia natural de un hombre frente a un medio hostil y desconocido, y cómo alguien es capaz de olvidar la escala de valores prefabricada que la sociedad le tatuó en el cerebro para crear una nueva, acorde a sus necesidades. Alguien dijo que “el hombre es malo por naturaleza”, esta película lo demuestra.




Me quedo con una parte del guión grabado en mi cerebro:

Lewis Medlock: Las máquinas fallarán. Y el sistema fracasará. Entonces…
Ed Gentry: Entonces ¿qué?
Lewis Medlock: La supervivencia. Quién tenga la capacidad de sobrevivir. De eso se trata, de sobrevivir.
Ed Gentry: Y estás deseando que ocurra ¿no? Estás deseándolo. A mi el sistema me ha ido bien.
Lewis Medlock: Oh sí, claro. Tienes un buen trabajo, una casa bonita, una bonita esposa, un buen hijo.
Ed Gentry: Hablas de esas cosas…como si fueran una mierda, Lewis.
Lewis Medlock: ¿Por qué vienes de excursión conmigo, Ed?
Ed Gentry: Me gusta mi vida, Lewis.
Lewis Medlock: Sí, pero ¿por qué vienes de excursión conmigo?
Ed Gentry: ¿Sabes? A veces me lo pregunto.

miércoles, agosto 10, 2005

Se acerca The Descent

Aprovechando el inminente estreno de The Descent (2 de septiembre – España) no he podido resistirme a colgar el póster promocional. Ya comenté por aquí de qué trataba la película, por aquí enlacé el trailer y por aquí informé sobre la actualización de la web oficial. Ahora, después del estreno en Reino Unido y de leer muchas críticas en webs especializadas debo decir que tengo las mismas ganas de ir a verla que de ver The Devil’s Rejects. Sorprendido me he quedado al leer la crítica de la sangrienta y curtida web Slasherpool en la que afirman sin ningún tipo de reparo que The Descent es: “Possibly the best horror movie in history even if many might argue with me on this.” Tengo que reconocer que Dog Soldiers, la primera película del director Neil Marshal, me encantó; consiguió crear un clima de tensión extrema entre los personajes dentro de una atmósfera claustrofóbica contando una historia sobre licantropía homenajeando a varios clásicos del género y mostrando un toque de humor ácido y cómplice con el espectador. Por lo que he leído, The Descent es más seria y da miedo del de verdad, del que hace que mires de reojo las butacas ocupadas y vacías que te rodean en el cine.




Parece que estamos de racha con esto de las películas de terror/gore, espero que no sea una simple moda y que vayan apareciendo directores como Neil Marshall y Rob Zombie que demuestran de manera sobrada que aman este tipo de cine.

sábado, agosto 06, 2005

A merced de unas cámaras

Freeze Frame es un adrenalínico, oscuro y claustrofóbico thriller protagonizado por un irreconocible Lee Evans en pleno estado de ebullición paranoica. Sean Veil (Lee Evans) es sospechoso de un múltiple y brutal asesinato quedando absuelto por falta de pruebas. Veil no se cansa de proclamar su inocencia y decide encerrarse en casa, desquiciado y ultra paranoico se rodea de cámaras, para grabarse las 24 horas del día y así tener siempre una coartada para cuando se vuelva a cometer otro crimen e intenten culparle. Y así se tira diez largos años hasta que un día lee en el diario que el investigador forense que llevaba su caso, Saul Seger, que afirmaba y afirma con rotundidad que Veil es culpable, acaba de publicar un libro titulado “Oscuridad Invisible” con el que presume de haber creado un manual para poder descubrir a un peligroso asesino entre nosotros.




Pegado me he quedado a la pantalla durante los aproximados cien minutos que dura la película. John Simpson, director y guionista, nos presenta a los carismáticos personajes a un ritmo vertiginoso viajando de objetivo en objetivo de cada una de las cámaras digitales que pueblan el tenebroso paisaje de Freeze Frame. Y todo envuelto en una atmósfera oscura y asfixiante que ayuda a completar la perfecta interpretación de un Lee Evans de cabeza y cejas afeitadas, poseído por un estado de histeria y paranoia permanentes.




Los que visitan este blog ya sabrán que disfruto con personajes de este tipo, personajes desquiciados que parecen haber nacido para luchar contra corriente, y que jamás piensan en el suicidio, sino en intentar pasar cada una de las pruebas o problemas que se les plantea haciendo de su vida una lucha constante por la supervivencia. El personaje de Veil no llega en ningún momento a perder la cabeza aunque a punto se queda.

Película recomendada para los que les gustó El Maquinista y disfruten con ambientes oscuros y opresivos.

jueves, agosto 04, 2005

Carne Muerta

Una infección vacuna afecta a una pequeña zona rural de Irlanda. La infección hace que las vacas se vuelvan agresivas y al morder a los humanos estos se conviertan en sanguinarios muertos vivientes ávidos de carne fresca. Esta es la excusa que aprovecha el director y guionista, Conor McMahon, para que en apenas ochenta minutos nos meta de lleno en una divertida película de zombies irlandesa de muy bajo presupuesto titulada Dead Meat.




Se nota que el director se ha empapado bien de lo mejor de los comienzos de Sam Raimi, Peter Jackson y las de zombies de Lucio Fulci. Hay que reconocer que su habilidad con la cámara consigue un dinamismo frenético inusual en este tipo de cine amateur. Puede que no sea demasiado original, ya que algunas secuencias son exactamente iguales a las que aparecen en Posesión Infernal y Braindead, pero supongo que al ser tan explícito habrá querido dejar su particular homenaje a los grandes del cine basura y de casquería.




Y con casquería y sangre nos encontraremos en Dead Meat: decapitaciones, tacones clavados en cabezas, ojos succionados, ojos pinchados con ramas, brazos cortados, niños zombies, mandíbulas partidas, vacas zombies y zombies ¿durmiendo?. Es la primera película en aportar algo importante al género zombie, y es que en esta los zombies duermen, todos de pie, tiesos como postes eléctricos. Aparece un histriónico y estrambótico personaje, el entrenador de baseball, que nos hará soltar más de una carcajada. Y mención especial se lleva la claustrofóbica escena del coche donde se ven todos acechados por zombies y por… ¡una vaca zombie!




Muy buena película de zombies teniendo en cuenta el bajísimo presupuesto y grandísimo el director demostrando que el cine amateur se le queda muy pequeño. Yo, de momento, me apunto el nombre del director, Conor McMahon, puede que dentro de un tiempo nos sorprenda con alguna buena película, preferiblemente en el género terror/gore.

Con películas como estas me entran unas terribles ganas de coger la miniDV de mi hermano y ponerme a grabar lo que sea.

Trágica Viudez

Fear X es el amargo retrato de un hombre obsesionado que no encuentra otra motivación para seguir viviendo que no sea el saber porqué asesinaron a su mujer. Esa misma obsesión le lleva a un túnel sin salida donde poco a poco va perdiendo la percepción de la realidad para adentrarse en su particular infierno personal. Harry, el trágico viudo, es encarnado excelentemente por un John Turturro tímido, reservado y sobre todo apesadumbrado por la muerte de su querida esposa embarazada. Fear X es una película sosegada y en algunos momentos se convierte en incómoda, al conseguir transmitirnos la profunda desesperación y sufrimiento del protagonista.
Película para paladares exquisitos que busquen un rato de hipnotismo cinéfilo.




Fear X me recordó mucho a una película de 1988 titulada Spoorloss, dirigida por el francés George Sluizer y basada en una novela del escritor Tim Krabbé titulada The Golden Egg. Spoorloos tuvo su remake en el 93 títulada The Vanishing, dirigida por el propio Sluizer y protagonizada por Jeff Bridges y Kiefer Sutherland. El remake resultó ser demasiado descafeinado con respecto a la película original y pasó sin pena ni gloria por nuestras salas de cine.

Spoorloos transmite la misma sensación de desesperación que Fear X pero multiplicada por dos. Una pareja viaja en coche por Europa, cuando paran en una concurrida estación de carretera y la chica, Saskia, aprovecha para ir al lavabo para nunca regresar. Es entonces cuando comienza la cruda pesadilla para el novio, Rex Hofman, que se embarca en una desesperada búsqueda que casi le lleva a la locura durante tres largos y angustiosos años. Hasta que por fin encuentra al secuestrador, Raymond Lemote, un sociópata que vive de una manera espeluznantemente tranquila con su familia y que además es profesor. Spoorloos es una película de muy mal rollo que al finalizar de verla nos deja con más mal rollo aún. No obstante está cargada de una cierta dosis de romanticismo y amor platónico que enternecerá a los más sensibles. Eso sí, advierto que la escena final es de una claustrofobia y una angustia que pocas veces he sentido viendo una película.




Película recomendada para los que vivan una vida tan feliz que quieran recordar un poco ese sentimiento de mal rollo que hace que nuestro corazón bombee más rápido, y para los que crean que las novias, esposas, o compañeras sentimentales duran para siempre.

lunes, agosto 01, 2005

La trilogía vampírica de Craven

Wes Craven puso sus manos (y su dinero) en el mito de Drácula para modernizarlo y lo único que consiguió fue ridiculizarlo hasta límites insospechados, y Craven, que es un tipo listo decidió no dirigir ninguna de las tres películas y pasarle el marrón a Patrick Lussier. Pero Lussier, lejos de cagarla en cada parte rodada, nos sorprende aumentando de manera exponencial la calidad de cada una de las secuelas. Pero empecemos por la peor parte de la trilogía, la primera:

Por el título Dracula 2000 (en España Drácula 2001 por el tema de fechas de estreno) ya nos podemos esperar lo peor, pero yo, que peco de ser a veces un tanto ingenuo y confío demasiado en los que en ocasiones acertaron de lleno en esto del género de terror, vuelco todas mis esperanzas, y el chasco que me llevo adquiere dimensiones épicas. Y es que a Dracula 2000 no hay por donde cogerla, aprovecha de forma descarada el éxito de Scream, para lanzarnos a un grupo de jóvenes bien moldeados pero profundamente estúpidos que se nos presentan como ladrones profesionales, y que acaban vampirizados de manera lamentable. Intenta modernizar el mito de Drácula, llevándolo a un fracaso estrepitoso al reconstruir los orígenes del vampiro y mezclarlos de manera algo forzada con la historia de Jesucristo y su “colega” Iscariote. Lo único que insufla un ápice de autenticidad a la película es la aparición del veterano actor Christopher Plummer interpretando al incansable cazador de vampiros Van Helsing.

Patrick Lussier hace lo que puede por dirigir semejante despropósito, pero por fortuna rodar esta primera parte le sirve de aprendizaje y se lanza a una secuela, evitando todos los errores que cometió en esa especie de olvidable telefilme vampírico comercial.




Dracula II: Ascension es ya otra cosa, sin ser una gran película, al menos respeta el tono oscuro, tenebroso y sangriento del género vampírico. Y nos presenta a todo un cazador de vampiros, el Padre Uffizi, medio vampiro, medio humano y a la vez cura, muy bien interpretado por Jason Scott Lee que no duda en decapitar con su látigo o cuchillo a cualquier chupasangre que se cruce en su camino, al más puro estilo Chris Belmont de mi querida saga videojueguil Castlevania. Aquí los personajes ya no son planos, como en la primera parte, sorprendentemente los mismos guionistas de la primera se pusieron las pilas en la secuela. Ya no profundizan en el mito de Drácula, ni en su historia, en esta parte tratan a los vampiros como enfermos y los guionistas se las arreglan para que un grupo de estudiantes de medicina atrapen a un chupasangre (el de la primera parte) y analicen su sangre para encontrar una vacuna. Hay buenas escenas sangrientas y de acción, y los actores lo hacen lo suficientemente bien como para que mostremos interés en la pequeña trama amorosa que los guionistas incrustan como pueden, para provocar hacia el final, un pequeño giro de guión, más propio de la serie b que de una película comercial pero que sirve para que los mecanismos de nuestro cerebro no entren en estado de letargo (como en la primera parte). Es por eso que me decidí a ver la tercera parte.




En Dracula III: Legacy el Padre Uffizi (Jason Scott Lee) y Luke (Jason London) van en busca de Elizabeth, amada de Luke que fue infestada y “secuestrada” en la segunda parte. Así que viajan hasta Bucarest, capital de Rumania, y en plena guerra civil se mezclan entre el ejército y los rebeldes para llegar hasta Elizabeth y el rey de los chupasangres. Esta parte es algo menos oscura y tiene mucha más acción que las anteriores. Nos presenta al Padre Uffizi y a Luke como un compenetrado equipo; Luke hace de cebo y Uffizi de cazador. Y también es la parte de la trilogía con mayor presupuesto pero no por ello la mejor. Yo sigo prefiriendo la segunda parte por la oscura fotografía y el ambiente claustrofóbico.




Así que para concluir recomiendo, en especial para al que le guste el género vampírico, que prescindan de la primera parte y se lancen directamente a la segunda y tercera. Yo me he tragado la trilogía completa y seguida, una detrás de otra. Es casi como ver una película de cuatro horas y media ya que están bastante bien enlazadas. Incluso me atrevería a decir que la segunda y tercera se rodaron seguidas. Recomendada para los que estén cansados de ver morir a los vampiros con estacas clavadas y prefieran verlos morir decapitados.