Impresionante, oscuro, genial y muy bien ambientado cómic basado en hechos reales, y que sorprendentemente viene de la editorial Image. Torso, el descuartizador de Cleveland está guionizado por Brian Michael Bendis y Marc Andreyko, y dibujado y entintado por el mismo Brian Michael Bendis.
Eliot Ness después de su época de Los Intocables en Chicago, decide probar fama y fortuna en la ciudad de Cleveland y en poco tiempo se convierte en Director de Seguridad de la policía de Cleveland. Se empeña en conseguir una ciudad perfecta, sin fábricas de alcohol ilegal, sin zonas de juego ilegal y sin policía corrupta. Una ciudad donde los niños no estén en las calles y donde no haya sitio para la desesperación ni la corrupción.
Al margen de toda esta intención de ciudad utópica, se va creando un barrio clandestino formado por centenares de chabolas, donde los inmigrantes malviven a la espera de un trabajo en la próspera Cleveland. Esa zona hundida en la miseria, se convierte en el paraíso ideal para un asesino en serie. Se dice que el primer asesino en serie de la historia de los Estados Unidos. El serialkiller se dedica a asesinar y descuartizar a sus víctimas, dejando únicamente el torso y desechando cabeza, manos y pies... además de drenar toda la sangre y mutilar los genitales. Pero dos detectives de la policía, Walter Myrlo y Sam Simon investigan el caso, junto con la ayuda del forense Albert Pearce, más tarde sustituido por el forense Gerber.
Disfrutaremos en un universo lleno de viñetas desenfocadas en blanco y negro, muy bien mezcladas con fotos realistas, además fotos pertenecientes al caso real del Torso que se fusionan a la perfección con un aroma a cine negro muy bien medido y muy parecido, si se me permite, al Frank Miller de Sin City. Sin ser tan exageradamente violento y sádicamente disfrutable, pero mostrando con cierta ironía el lado más frío, seco, irracional y perverso del ser humano, acentuándose aún más en la forma asimétrica de cada uno de los rostros de los personajes que deambulan por las viñetas blanquinegras del Cleveland de 1939.
Si os leéis del tirón, como un servidor, las más de 200 páginas que forman la obra, se os hará incluso corto, pero os quedaréis, al final, con la sensación de haber leído uno de los mejores cómics de asesinos en serie creados hasta la fecha, y encima con el morbo de saber que está basado en hechos reales. Además se mantiene en proyecto la película con el mismo guionista, por suerte.
Eliot Ness después de su época de Los Intocables en Chicago, decide probar fama y fortuna en la ciudad de Cleveland y en poco tiempo se convierte en Director de Seguridad de la policía de Cleveland. Se empeña en conseguir una ciudad perfecta, sin fábricas de alcohol ilegal, sin zonas de juego ilegal y sin policía corrupta. Una ciudad donde los niños no estén en las calles y donde no haya sitio para la desesperación ni la corrupción.
Al margen de toda esta intención de ciudad utópica, se va creando un barrio clandestino formado por centenares de chabolas, donde los inmigrantes malviven a la espera de un trabajo en la próspera Cleveland. Esa zona hundida en la miseria, se convierte en el paraíso ideal para un asesino en serie. Se dice que el primer asesino en serie de la historia de los Estados Unidos. El serialkiller se dedica a asesinar y descuartizar a sus víctimas, dejando únicamente el torso y desechando cabeza, manos y pies... además de drenar toda la sangre y mutilar los genitales. Pero dos detectives de la policía, Walter Myrlo y Sam Simon investigan el caso, junto con la ayuda del forense Albert Pearce, más tarde sustituido por el forense Gerber.
Disfrutaremos en un universo lleno de viñetas desenfocadas en blanco y negro, muy bien mezcladas con fotos realistas, además fotos pertenecientes al caso real del Torso que se fusionan a la perfección con un aroma a cine negro muy bien medido y muy parecido, si se me permite, al Frank Miller de Sin City. Sin ser tan exageradamente violento y sádicamente disfrutable, pero mostrando con cierta ironía el lado más frío, seco, irracional y perverso del ser humano, acentuándose aún más en la forma asimétrica de cada uno de los rostros de los personajes que deambulan por las viñetas blanquinegras del Cleveland de 1939.
Si os leéis del tirón, como un servidor, las más de 200 páginas que forman la obra, se os hará incluso corto, pero os quedaréis, al final, con la sensación de haber leído uno de los mejores cómics de asesinos en serie creados hasta la fecha, y encima con el morbo de saber que está basado en hechos reales. Además se mantiene en proyecto la película con el mismo guionista, por suerte.
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