miércoles, octubre 13, 2004

Hasta reventar

Morgan Spurlock no nos cuenta nada nuevo en Super Size Me, pero si que hace algo que nadie ha hecho; comprobar y confirmar mediante una cámara y con certificados médicos lo malo que es para nuestra salud el comer productos Mc Donald’s. En EEUU hay muchas personas adictas a las comidas rápidas o comidas basura, y no es de extrañar, son baratas y están muy buenas, pero lo que todo el mundo no sabe es que son demasiado perjudiciales para la salud. Spurlock se propone realizar un curioso experimento, se alimentará únicamente de productos Mc Donald’s durante treinta días. Desayunará, comerá y cenará en diferentes Mc Donald’s, mientras varios médicos llevan un control de su salud.

Spurlock comienza el reto con un estado físico extraordinario y poco a poco vamos descubriendo lo que pasa al abusar de la comida basura. Hay escenas muy graciosas y otras no tanto. Hay momentos que aparece su novia y nos cuenta como Spurlock empieza a no ser el que era en la cama, y otros momentos donde él mismo, algo perplejo, siente como sufre un extraño proceso hasta llegar a la adicción. Se convierte, en poco tiempo, en adicto a la comida basura. Cuando no come, está deprimido, cuando come comida basura, es feliz. Tampoco pierde el tiempo durante el proceso de su experimento, podremos ver algunas entrevistas interesantes, descubriremos como el ultramarketing McDonald’s llega a los más pequeños y como los supuestos patriotas norte americanos no recuerdan el himno de su país, pero sí el slogan de McDonald’s.

El documental llega el viernes a los cines españoles. No sé como afectará a la sociedad española, seguro que habrá muchos escépticos que pensaran: “con lo bien que se come en este país ¿quién querría ir a un McDonald’s?”. Pues yo recuerdo hace más de diez años como algunos de mis colegas se iban al McDonald’s a ver quién comía más hamburguesas, incluso alguno se comía más de diez hamburguesas seguidas. No hace mucho, un colega me llamó para ir a comer al Burger King, yo ya había comido pero le dije que sí, que le acompañaría y bebería algún refresco. El tipo se comió delante mío cuatro inmensos Whoopers, él mismo me confesaba que esa comida era una droga y que le encantaba. A mi también me gusta, la he probado, pero prefiero irme de tapeo y comerme unas bravas, unos chocos, lacón o unos pulpitos que comer Whoopers. Al final, la elección es de cada uno.






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