miércoles, octubre 20, 2004

Enterrado en vida

Ayer vi Mar Adentro, lo sé ¿un poco tarde no? Pues sí, es lo jodido de ser pobre, que uno no tiene ni pasta para ir al cine. La película me encantó. El peso de la película cae descaradamente en el impresionante Javier Bardem, que hace que por momentos creamos que sea el mismísimo Ramón Sampedro. Los que hayan seguido de cerca la historia real(a mi me tocó de muy joven)estoy convencido que coincidirán conmigo en que Bardem lo borda. Y los que no, y se hacen los duros diciendo que no ven a Sampedro sino a un Bardem con sueño y la boca torcida,¡que les JODAN a todos! Luego están los que dicen que apenas aparece el sufrimiento pleno de Sampedro. ¿qué pasa, que tenemos que recrearnos en lo que sufrió el pobre hombre? Con verlo postrado en la cama ya nos vale para imaginarnos el calvario que pasó durante años.

Si contamos con la dirección del genio de Amenábar, su guión junto a Mateo Gil y la ayuda de la banda sonora, queda una película redonda, por momentos triste y por momentos graciosa, pero en definitiva una gran película y encima española ¿qué más podemos pedir?.
Lo que más me gustó fue la forma de enfocar la muerte que tenía Sampedro, en su caso muchos no lo tendrían tan claro, pero él sabía que la muerte iba a ser un descanso para su familia y al final para él también. Es la equivocación que cometemos todos al pensar en la muerte como algo negativo “¡Oh se nos acabaron las cervezas, las películas, los videojuegos, el sexo y demás placeres carnales!" Pensar en la muerte como algo malo es rotundamente egoísta. Es una etapa más en la vida y si viene de golpe es cuando duele de verdad, pero ¿acaso pensamos estar en este maldito mundo hasta el fin de los días? Vivir dignamente es un derecho que parece no estar del todo reconocido en el país donde vivimos.


Me he permitido el lujo de titular a este post como el título de una canción de Habeas Corpus que habla sobre la eutanasia.

Grupo: Habeas Corpus
Disco: Otra Vuelta De Tuerca
Canción: Enterrado en vida

Estoy obligado a vivir, a tener que aprender a vivir enterrado en vida. Pero me ahoga esta vida. Me ahoga mi vida, y estoy decidido a acabar con mi vida. Nadie, y cuando digo nadie estoy diciendo que nadie tiene ningún derecho a decidir sobre mi vida. Ni tiene derecho alguno a decidir sobre mi muerte. Ni el cuando, ni el como, ni el porqué. Porque nadie debería estar por encima ni por debajo de nadie. Y cuando digo nadie estoy diciendo que paren por favor. Paren todo este dolor. Tengo todo el derecho del mundo a decir “se acabó”. Mi vida. Mi muerte solamente a mi me pertenecen. Y no hay nada, y no hay nadie que me pueda obligar a vivir esta vida. Mi vida es solo mía, y solamente mía. Mi vida es solo mía, y solamente mía. Todos, y cuando digo todos estoy diciendo que todos tenemos el derecho a vivir dignamente. Y tenemos derecho a morir dignamente, si es mayor el miedo a la vida que a la muerte. Y no hay moral que pueda oponerse a la razón. Y no hay razón, ni hay un dios, ni leyes, ni explicación que me obligue a vivir esta lenta agonía. Que me obligue a vivir enterrado en vida. Mi vida y mi muerte solamente a mi me pertenecen. Y no hay nada, y no hay nadie que me pueda obligar a vivir esta muerte. Mi vida es solo mía, y solamente mía. Mi vida, mi muerte. Mi vida, mi muerte. Mi vida, mi muerte. Mi vida y mi muerte solamente a mi me pertenecen. Mi vida es solo mía, y solamente mía. Derecho a la eutanasia. Derecho al suicidio. Mi vida es solo mía. Derecho a la eutanasia Derecho al suicidio. Mi muerte es solo mía. Mi vida es solo mía y solamente mía.

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