Disculpad esta huída/evasión/relajo o como se le quiera llamar. En estos últimos días he disfrutado de mucho tiempo libre y he hecho lo que más me gusta hacer: ver películas, series de tv, series anime, leer cómics, jugar a videojuegos, escuchar música, ver películas porno y probar el modo online de la ps2. Y no lo hago por inercia, aburrimiento, o por un espontáneo impulso consumista. Cuando a uno le apasiona extrema y visceralmente cada una de las anteriores “tareas” mencionadas, al mismo tiempo de poder disfrutar de cada una de ellas, inevitablemente es imposible frenar el que dentro de mí se desarrolle una inmensa frustración por no haber podido (que no haber querido) dedicarse profesionalmente a ese saturado, podrido pero a la vez interesante y apetecible mundo artístico. Y resulta contradictorio que esté dedicando mis ahorros al completo, parte de mi tiempo, y aprovechando también que vivo todavía con mis padres para invertir ese pequeño capital en desarrollar una profesión que no es que me atraiga de manera especial pero sí que me abre una nueva forma de trabajar y con ello una escasa pero real y factible esperanza de futuro dentro del sistema impuesto.
Es lamentable que el mundo laboral actual no tenga lugar para personas NO pelotas, NO sumisas y SÍ TRABAJADORAS, y lo que es más importante, a la vez HONESTAS y SINCERAS. Es triste que para ganar dinero uno tenga que rebajarse tanto que olvide por completo el significado de la palabra DECENCIA. Resulta patético observar como hay personas que son capaces de degradarse por NADA, y que traen al mundo a pequeños y condenados cabezoncitos por un simple y humano impulso egoísta, cuando ni ellos mismo son capaces de mantenerse si no es traicionándose un día tras otro. Es despreciable ver como hay gente a la que se le llena la boca diciendo que ESTÁN BIEN en su trabajo cuando lo único bueno que les reporta es la fría y escasa nómina, una nómina que jamás corresponde al trabajo realizado y que para conseguirla deben mirar siempre hacia otro lado. Es repugnante observar como hay personas que se mienten mientras se regocijan en una absoluta y abyecta complacencia.
Durante años el deporte me obligó a practicar una rutina que con el tiempo consiguió atraparme, pero no podemos olvidar que existen diferentes grados de rutina, y la rutina también puede ser extrema. Hay personas que se acostumbran a un ritmo de trabajo, a un sistema de trabajo, y eso les hace parecer que soportan la rutina. Pero no. La rutina no es sólo hacer las cosas sin pensar por un hábito adquirido. La rutina es en muchas ocasiones demasiado dañina. Quienes dicen que soportan e incluso son capaces de confesar que les gusta la rutina deben saber que en el mundo laboral actual la rutina es EL MAL. La rutina laboral no es sólo ir a tu puesto de trabajo y desarrollar un movimiento físico que consista en teclear delante del monitor del ordenador y mover unas hojas de papel de un lado a otro, o contestar el teléfono, o planificar tareas, o usar la caja registradora una y otra vez para cobrar a los clientes. La rutina en el mundo laboral está exprimida y llevaba al extremo, tanto, que existen puestos de trabajo en los que hay diferentes grados de rutina y en los que el cuerpo humano sólo aguanta 5 años en el mayor grado, para luego quedar inútil para ese puesto y estar obligado a ocupar otro. Eso mismo, por desgracia, lo he visto, y por una mezcla de suerte y decisión no lo he vivido. Sin contar los durísimos turnos rotativos en los que el cuerpo tiene que acostumbrarse a diferentes horarios sin poder acomodarse en ninguno de ellos.
Mover una pieza que pesa, de un lado a otro, durante horas, castiga, es rutina, es el mal, y poco se parece a la rutina de acudir a un puesto de trabajo donde el esfuerzo físico es bajo o nulo. Y algunos dirán, “Sí, pues ya me gustaría verte valorando diferentes e importantes decisiones bajo presión.” Vale, pues yo te digo: “ya me gustaría verte llevando tu cuerpo al límite a diario, a ver cuanto aguanta tu cuerpo si no eres Superman”, y ojo, no lo dice alguien que se cansa por nada, en los trabajos doy todo lo que me piden, pero no lo considero justo, ni mucho menos humano.
En mi opinión los trabajos de extrema rutina deberían estar prohibidos, castigan el físico del trabajador hasta tal punto de dejarlo inservible. Y algunos dirán “pues larga enfermedad y listos”. No es tan sencillo, cuando los contratos indefinidos son escasos, cuando la nueva reforma laboral nos pisa los talones, pocos son los que pueden exigir una paga por enfermedad laboral. Además que jamás me gustaría cobrar por estar enfermo, no nos olvidemos que eso mismo es la larga enfermedad, cobrar por estar enfermo, por una enfermedad que fue provocada por nuestro trabajo. ¿Puede ser más triste la paradoja?
Por desgracia veo esa situación a diario, veo como una persona ha dado su vida al trabajo sabiendo que con ello podía alimentar y sacar adelante a su familia para acabar siendo una víctima de su propio trabajo, sin más qué hacer diario que el dejar pasar las horas hasta la fecha final.
El trabajo debería dignificarnos, debería desarrollarnos, debería generar nuevos objetivos en nuestras vidas, dando sentido a todas nuestras acciones. Pero no. El trabajo, el mundo laboral, está podrido, y lo único que genera es frustración, y la frustración genera rabia, la rabia genera odio, y el odio se alimenta de más odio…
Feliz 1 de mayo, feliz día del trabajador.
Es lamentable que el mundo laboral actual no tenga lugar para personas NO pelotas, NO sumisas y SÍ TRABAJADORAS, y lo que es más importante, a la vez HONESTAS y SINCERAS. Es triste que para ganar dinero uno tenga que rebajarse tanto que olvide por completo el significado de la palabra DECENCIA. Resulta patético observar como hay personas que son capaces de degradarse por NADA, y que traen al mundo a pequeños y condenados cabezoncitos por un simple y humano impulso egoísta, cuando ni ellos mismo son capaces de mantenerse si no es traicionándose un día tras otro. Es despreciable ver como hay gente a la que se le llena la boca diciendo que ESTÁN BIEN en su trabajo cuando lo único bueno que les reporta es la fría y escasa nómina, una nómina que jamás corresponde al trabajo realizado y que para conseguirla deben mirar siempre hacia otro lado. Es repugnante observar como hay personas que se mienten mientras se regocijan en una absoluta y abyecta complacencia.
Durante años el deporte me obligó a practicar una rutina que con el tiempo consiguió atraparme, pero no podemos olvidar que existen diferentes grados de rutina, y la rutina también puede ser extrema. Hay personas que se acostumbran a un ritmo de trabajo, a un sistema de trabajo, y eso les hace parecer que soportan la rutina. Pero no. La rutina no es sólo hacer las cosas sin pensar por un hábito adquirido. La rutina es en muchas ocasiones demasiado dañina. Quienes dicen que soportan e incluso son capaces de confesar que les gusta la rutina deben saber que en el mundo laboral actual la rutina es EL MAL. La rutina laboral no es sólo ir a tu puesto de trabajo y desarrollar un movimiento físico que consista en teclear delante del monitor del ordenador y mover unas hojas de papel de un lado a otro, o contestar el teléfono, o planificar tareas, o usar la caja registradora una y otra vez para cobrar a los clientes. La rutina en el mundo laboral está exprimida y llevaba al extremo, tanto, que existen puestos de trabajo en los que hay diferentes grados de rutina y en los que el cuerpo humano sólo aguanta 5 años en el mayor grado, para luego quedar inútil para ese puesto y estar obligado a ocupar otro. Eso mismo, por desgracia, lo he visto, y por una mezcla de suerte y decisión no lo he vivido. Sin contar los durísimos turnos rotativos en los que el cuerpo tiene que acostumbrarse a diferentes horarios sin poder acomodarse en ninguno de ellos.
Mover una pieza que pesa, de un lado a otro, durante horas, castiga, es rutina, es el mal, y poco se parece a la rutina de acudir a un puesto de trabajo donde el esfuerzo físico es bajo o nulo. Y algunos dirán, “Sí, pues ya me gustaría verte valorando diferentes e importantes decisiones bajo presión.” Vale, pues yo te digo: “ya me gustaría verte llevando tu cuerpo al límite a diario, a ver cuanto aguanta tu cuerpo si no eres Superman”, y ojo, no lo dice alguien que se cansa por nada, en los trabajos doy todo lo que me piden, pero no lo considero justo, ni mucho menos humano.
En mi opinión los trabajos de extrema rutina deberían estar prohibidos, castigan el físico del trabajador hasta tal punto de dejarlo inservible. Y algunos dirán “pues larga enfermedad y listos”. No es tan sencillo, cuando los contratos indefinidos son escasos, cuando la nueva reforma laboral nos pisa los talones, pocos son los que pueden exigir una paga por enfermedad laboral. Además que jamás me gustaría cobrar por estar enfermo, no nos olvidemos que eso mismo es la larga enfermedad, cobrar por estar enfermo, por una enfermedad que fue provocada por nuestro trabajo. ¿Puede ser más triste la paradoja?
Por desgracia veo esa situación a diario, veo como una persona ha dado su vida al trabajo sabiendo que con ello podía alimentar y sacar adelante a su familia para acabar siendo una víctima de su propio trabajo, sin más qué hacer diario que el dejar pasar las horas hasta la fecha final.
El trabajo debería dignificarnos, debería desarrollarnos, debería generar nuevos objetivos en nuestras vidas, dando sentido a todas nuestras acciones. Pero no. El trabajo, el mundo laboral, está podrido, y lo único que genera es frustración, y la frustración genera rabia, la rabia genera odio, y el odio se alimenta de más odio…
Feliz 1 de mayo, feliz día del trabajador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario