Ya lo comenté no hace mucho, el remake de Cuando llama un extraño prometía aprovechar el angustioso arranque de la original para convertirse en el claustrofóbico argumento principal. Y su promesa ha sido cumplida, y además saboreada por mi ansioso paladar cinéfilo. El trailer, en su momento, consiguió atraparme, pero a la vez me mantuvo algo receloso al intuir un aire artificialmente comercial en las escenas más movidas. Pero por suerte, y lo que es mejor, gracias al director, el resultado ha sido mejor de lo que esperaba. El director, Simon West, demuestra de manera sobrada como mantener la tensión en los casi 90 minutos de metraje, que resultan interminables para la joven protagonista pero deliciosos para todos los amantes de la tensión oscura y claustrofóbica.
En contra de la original, en este remake, la lujosa casa se transforma en la auténtica protagonista de la pesadilla. La fuerza de la luz se convierte en nuestro particular refugio, y la total oscuridad en la del asesino. Esta vez no conoceremos del todo al psicópata, esta vez no sentiremos el terror que pueda provocar su presencia. En esta ocasión sentiremos cada rincón de la casa como el lugar posible para cualquier probable y espantoso crimen. La casa y sus alrededores serán la auténtica vía terrorífica para que nuestro subconsciente trabaje y sea el culpable de mantenernos en tensión durante todo el largo. Y el director sabe que tiene en su poder ése arma, y lo demuestra en más de una escena, haciéndonos saltar del asiento, o en su defecto (como fue mi caso) sobresaltándome en un rincón de mi sepulcro a las tantas de la madrugada y con los auriculares puestos. Y es también con el sonido con el que sabe desenvolverse más que bien, haciendo que prestemos especial atención a cada soplido de viento y a cada brusco sonido de supuesta e improbable procedencia.
Esperaba una película como ésta tarde o temprano. Me resultaba difícil la idea de que nadie aprovechara un argumento tan simple como éste para sacar adelante una película de terror, aunque proviniese de las entrañas de Hollywood. Un guión que no requiera de grandes localizaciones ni efectos especiales para transmitirnos grandes momentos de tensión. Pero por desgracia, Cuando llama un extraño no es perfecta, y cuando a uno le apasiona el género y ha engullido decenas de slash movies y ha viajado por la mejor época del giallo, también le molesta descubrir más de un fallo de guión e interpretación.
En mi opinión, unos litros de sangre no hubieran sobrado, es más, le hubieran dado el toque de autenticidad que necesitaba. Nadie se cree que una niñera al cuidado de dos pequeñines no vea una gota de sangre cuando es asediada por un despiadado asesino en serie con sangrientos y brutales antecedentes, en un lugar tan cerrado, apartado, y tan idóneo para el salvajismo anónimo. Es el molesto lado oscuro de la sofisticación del terror comercial. Es como ver el remake de La Matanza de Texas, parece lo mismo y se disfruta, pero no es igual. Las imágenes en sí son las que deberían convertirse en detonantes de la angustia. No sólo las situaciones asfixiantes deberían crearnos esa deliciosa atmósfera de mal rollo. Los fans del género necesitamos chicha, ansiamos autenticidad, somos auténticos voyeurs del horror. Y si lo que vemos se aleja de lo que creemos real, entonces aterrizamos sin remedio estrellándonos en la total impasibilidad y frustración. No queremos snuff movies, no somos sádicos, no disfrutamos con el dolor ajeno, pero necesitamos que las situaciones que se dan en las películas de terror sean lo más realistas posibles, para sumergirnos de lleno en ellas, acurrucándonos en ese rincón intangible de mirón, en ese lugar donde nos sentimos tan protegidos y a la vez tan vulnerables.
Cuando Llama Un Extraño no es un remake al uso, sino un remake entre remakes, que aprovecha lo mejor de la original, para crear una historia a partir de lo mejor de un pedazo de otra historia.
En contra de la original, en este remake, la lujosa casa se transforma en la auténtica protagonista de la pesadilla. La fuerza de la luz se convierte en nuestro particular refugio, y la total oscuridad en la del asesino. Esta vez no conoceremos del todo al psicópata, esta vez no sentiremos el terror que pueda provocar su presencia. En esta ocasión sentiremos cada rincón de la casa como el lugar posible para cualquier probable y espantoso crimen. La casa y sus alrededores serán la auténtica vía terrorífica para que nuestro subconsciente trabaje y sea el culpable de mantenernos en tensión durante todo el largo. Y el director sabe que tiene en su poder ése arma, y lo demuestra en más de una escena, haciéndonos saltar del asiento, o en su defecto (como fue mi caso) sobresaltándome en un rincón de mi sepulcro a las tantas de la madrugada y con los auriculares puestos. Y es también con el sonido con el que sabe desenvolverse más que bien, haciendo que prestemos especial atención a cada soplido de viento y a cada brusco sonido de supuesta e improbable procedencia.
Esperaba una película como ésta tarde o temprano. Me resultaba difícil la idea de que nadie aprovechara un argumento tan simple como éste para sacar adelante una película de terror, aunque proviniese de las entrañas de Hollywood. Un guión que no requiera de grandes localizaciones ni efectos especiales para transmitirnos grandes momentos de tensión. Pero por desgracia, Cuando llama un extraño no es perfecta, y cuando a uno le apasiona el género y ha engullido decenas de slash movies y ha viajado por la mejor época del giallo, también le molesta descubrir más de un fallo de guión e interpretación.
En mi opinión, unos litros de sangre no hubieran sobrado, es más, le hubieran dado el toque de autenticidad que necesitaba. Nadie se cree que una niñera al cuidado de dos pequeñines no vea una gota de sangre cuando es asediada por un despiadado asesino en serie con sangrientos y brutales antecedentes, en un lugar tan cerrado, apartado, y tan idóneo para el salvajismo anónimo. Es el molesto lado oscuro de la sofisticación del terror comercial. Es como ver el remake de La Matanza de Texas, parece lo mismo y se disfruta, pero no es igual. Las imágenes en sí son las que deberían convertirse en detonantes de la angustia. No sólo las situaciones asfixiantes deberían crearnos esa deliciosa atmósfera de mal rollo. Los fans del género necesitamos chicha, ansiamos autenticidad, somos auténticos voyeurs del horror. Y si lo que vemos se aleja de lo que creemos real, entonces aterrizamos sin remedio estrellándonos en la total impasibilidad y frustración. No queremos snuff movies, no somos sádicos, no disfrutamos con el dolor ajeno, pero necesitamos que las situaciones que se dan en las películas de terror sean lo más realistas posibles, para sumergirnos de lleno en ellas, acurrucándonos en ese rincón intangible de mirón, en ese lugar donde nos sentimos tan protegidos y a la vez tan vulnerables.
Cuando Llama Un Extraño no es un remake al uso, sino un remake entre remakes, que aprovecha lo mejor de la original, para crear una historia a partir de lo mejor de un pedazo de otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario