Después de pasarme parte de la noche(sin descuidar mi puesto de trabajo)discutiendo con un encargado arrogante, y un jefe inconsciente y explotador, y acudiendo a un enlace sindical para que el tema no cayese en saco roto y tuviera un cariz más oficial, llega uno a casa pensando en que ha hecho lo correcto pero que por desgracia la acción no servirá absolutamente de nada. Dicen que es inútil luchar contra el sistema, pero las injusticias me pueden, y más si las sufro en mis carnes. Ahora para mis compañeros soy una especie de héroe, sólo por defender mis derechos parece que me ha salido capa y logo superheroico. Que les jodan. En ese infierno me siento solo rodeado de gente. Allí todos agachan la cabeza cuando se les recrimina injustamente, o simplemente deciden mirar hacia otro lado. Yo me he tenido que morder la lengua unas cuantas veces, siempre pensando en el sueldo y en lo jodido que está el mundo laboral. Pero no puedo con los abusos, ni con la prepotencia exagerada. He dicho lo que sentía. Todos allí lo piensan, pero no lo dicen. Ahora soy el héroe que es mirado de reojo por sus superiores, esperando el momento para cazarme. Por suerte hago bien mi trabajo, y lo hago rápido, me sobra hasta tiempo, y los descansos los cumplo de manera estricta, sin escaqueos. Es como un juego; mi jugada consiste en cumplir las normas. Pero ellos están ahí detrás, tras las sombras, esperando que cometa algún error. Me quedan tres meses de contrato y estoy por enviarles a la mierda a todos, aunque pierda dinero haciéndolo, total, sólo es dinero.
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