jueves, mayo 26, 2005

Les mandé a la mierda

Les mandé a la mierda, con buena educación, con buenas palabras, relajado y sin acritud, sin rencor. Bajan la guardia y me dicen que ellos están muy contentos conmigo, que soy un buen trabajador, pero siguen sin mostrar intención de arreglar los problemas que les planteo, incluso me dan la razón, como si esos problemas no tuvieran solución. Les digo que estoy decepcionado, les vuelvo a recordar los problemas, y me siguen dando la razón. Me confiesan que tuve mala suerte al caer en esa parte de la empresa. Les comento que yo no tengo la culpa. Justifican su trato hacia nosotros como una obligación para ellos, como si nosotros fuéramos animales sin capacidad de pensar, que obedecemos y reaccionamos a la fórmula del premio o castigo. Mis compañeros me dicen que no me vaya, me voy sin despedirme de ellos. Llega un tipo muy amable de personal. Me hace una pequeña entrevista, comentándome antes que no estoy obligado a responder a las preguntas que me formulará. Accedo a responder todas las preguntas y se sorprende al descubrir que no me voy por la dureza del puesto de trabajo. Le comento que el enlace sindical ha comprobado que a mi me sobra mucho tiempo en mi ciclo de trabajo. Mis motivos son bien distintos; mala organización, falta de material con el consiguiente retraso en el tiempo de trabajo, pasotismo de los superiores, acusaciones sin probar en las que aseguran que descansamos más de lo permitido en las paradas marcadas, presionar para reducir el tiempo de nuestros ciclos de trabajo, insinuar que las paradas justificadas por averías son falsas. El entrevistador me pregunta que si mis compañeros están al tanto de todo eso, le respondo que sí. Firmo la baja voluntaria, llama a un taxi, me despido de él, y para casa. Ahora a otro curro, la vida sigue.

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