lunes, octubre 09, 2006

Patético destino

Edmond es el retrato de un personaje patético y racista que rompe con su aburrida y monótona vida para librarse de sus responsabilidades diarias e intentar encontrar así una supuesta paz espiritual, pero lejos de encontrar esa liberación personal su extrema ingenuidad le lleva a caer en una absurda espiral de peculiares situaciones durante una ajetreada noche por las calles de Nueva York.

Stuart Gordon se aleja con sutileza del registro que nos tiene acostumbrados y nos cuenta la historia de Edmond Burke y su pequeño pero intenso viaje a las entrañas nocturnas del asfalto más enviciado, para meternos de lleno en la piel del lamentable personaje perfectamente interpretado por William H. Macy. Y es que no me imagino a otro actor dando vida a semejante personajillo.




Me encantan las películas de personajes autodestructivos, pero en este caso el comportamiento autodestructivo es de vergüenza ajena. Hay situaciones donde la supuesta inocencia del personaje las convierte en tan inverosímiles que cuestan de creer.
Y la escena “clímax” de la película resulta tan poco creíble como las demás. El guión es otro de los puntos flojos, cargado de reflexiones simples y filosofía de “todo a cien” y en el tramo final llegando a un surrealismo tan cargante como inconsistente. Si el guionista David Mamet quería transformar a un ciudadano medio en un sociópata podía haber buscado una excusa más sólida que el miedo.

En cualquier caso es una película salvable por el actor protagonista, por el delicioso cameo de Jeffrey Combs y por el merecido destino de Edmond.

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