sábado, julio 01, 2006

Desesperación controlada

Mis más de 90 kilos de peso hacen que el calor pase en mí como un gran e inmenso abanico de hostias descontroladas. Pero la ‘fauna’ que puebla mi barrio consigue recordarme que el arte en mayúsculas pasó y se aposentó durante un tiempo demasiado extenso como para ser imperceptible para los especimenes que nos hacemos paso a codazos en esta delimitada y basta expansión de seres inquietos y revoleadores, que sin buscar un lugar en especial para aposentarnos plácidamante, si que buscamos un lugar en donde encontrarnos a nosotros mismos y tantear, sin ayuda del alcohol, las cenizas de lo que una vez fuimos.


Pero con ayuda del cercano y asequible alcohol nos encontramos con gatillazos y fallidas erecciones para encontrarnos cara a cara con nuestras frustraciones protagonistas, y afrontar impávidos y culpables en más de uno de nuestros inalcanzables objetivos.

Pero somos seres decantados a la irrenunciabilidad, testarudos desde origen y tercos hasta nuestro destino. Nuestra esencia es imperfecta, y sabiendo esto sabemos que la carne no es eterna, nuestras decisiones no son perpetuas, y nuestras acciones jamás serán apropiadas.

Es nuestro mundo, un mundo demasiado ligado a la biología como para ser físicamente lógico, sabemos que una decisión personal puede ser masivamente trágica y que una decisión masiva puede ser personalmente perjudicial.

Es el ciclo de vida lógico de un cuerpo físico líquido que busca con desesperación la acción perfecta de un cerebro lúcido.

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