Pero con ayuda del cercano y asequible alcohol nos encontramos con gatillazos y fallidas erecciones para encontrarnos cara a cara con nuestras frustraciones protagonistas, y afrontar impávidos y culpables en más de uno de nuestros inalcanzables objetivos.
Pero somos seres decantados a la irrenunciabilidad, testarudos desde origen y tercos hasta nuestro destino. Nuestra esencia es imperfecta, y sabiendo esto sabemos que la carne no es eterna, nuestras decisiones no son perpetuas, y nuestras acciones jamás serán apropiadas.
Es nuestro mundo, un mundo demasiado ligado a la biología como para ser físicamente lógico, sabemos que una decisión personal puede ser masivamente trágica y que una decisión masiva puede ser personalmente perjudicial.
Es el ciclo de vida lógico de un cuerpo físico líquido que busca con desesperación la acción perfecta de un cerebro lúcido.
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