sábado, julio 09, 2005

Arrasando con nuestro querido planeta Tierra

Mi entusiasmo por las películas de extraterrestres y las películas de amenazantes catástrofes naturales, artificiales, espaciales y todo lo que sea una amenaza para la raza humana y pueda provocar su extinción, me hizo seguir desde el primer teaser la última película de Steven Spielberg, esta vez un remake de La Guerra de Los Mundos, hasta su llegada a nuestras salas de cine. A pocos días de su estreno todavía seguía mostrándome receloso en acudir a mi sala de cine más cercana. En parte por el propio Spielberg, que no es del todo de mi agrado, y en parte por Tom Cruise que simplemente no lo soporto. Pero al final, no pude resistirlo y enganché a mi novia para ser testigos en pantalla grande de la aniquilación del planeta. También valoré mucho los comentarios de dos compañeros blogueros Mario y Andrés, que me la recomendaron demostrando conocer muy bien mis gustos por este subgénero cinematográfico. Insisto en que me encantan las películas de extraterrestres casi de cualquier tipo. Puedo disfrutar salvajemente de La Cosa como de Mars Attack, de Independence Day, Fantasmas de Marte como de productos más serios como Communion o Contact. Incluso hay películas de serie b que consiguen mantenerme pegado a la pantalla como The Arrival (Han Llegado) o Alien Hunter. Y clásicos como Los Invasores de Marte (y su remake de Tobe Hooper) o productos más modestos y que consiguieron grandes éxitos (no de taquilla) como Lifeforce y The Hidden que no me canso de ver.




Antes, cuando quería ver una película de extraterrestres prefería que hubiese una buena trama a que la película estuviera repleta de grandes escenas de acción. Quería que las invasiones fueran silenciosas, al estilo de la gran Están Vivos del maestro Carpenter. Pero con el tiempo fui cogiéndole el gusto a las películas de catástrofes y disfruté como un niño con Armageddon y Deep Impact, al igual que lo hice con El Núcleo y no hace mucho con El Día de Mañana. Entonces comenzó a crearse en mi una obsesión de lo espectacular que resultaría fusionar los dos géneros, el de catástrofes y el de extraterrestres, pero no como lo hizo Emmerich en Independence Day (tuve una gran decepción), sino cogiendo lo mejor de cada género y llevándolo al extremo, una fusión que fuese más cruel y la vez más real. Para eso haría falta un buen presupuesto y alguien que fuese un fuera de serie con la cámara y las escenas de acción. Y quién sino que Spielberg; tenía presupuesto y tenía a las estrellas. Todo pintaba muy bien y estaba a punto de ver mi pequeño sueño convertido en realidad, una película de catástrofes y alienígenas bien realizada.



Y sí, La Guerra de los Mundos me ha encantado. La invasión alienígena es brutal y apoteósica; el derrumbamiento de edificios, suelos desmoronándose, personas explotando, coches volando, barcos hundidos, pánico, caos, terror... y Tom Cruise haciendo de perfecto perdedor, divorciado y padre de dos hijos al que las ganas de no perderlos le hacen salir de más de un aprieto de forma milagrosa.

La primera hora de metraje es sublime en todos los sentidos, Spielberg demuestra ser todo un artesano en filmar la acción de una manera impactante y explosiva. La segunda parte de la película es más sosegada, pero igual de intensa y absorbente en esencia. En esa segunda parte hay un par de escenas que parecen estar directamente sacadas de, para mi, la genial Señales del (para mi otra vez) sorprendente Shyamalan, uno de mis directores de cine preferidos. Y tengo que decir que si para mí Señales está en la cima, en el primer puesto como película de invasión extraterrestre, la de Spielberg (muy a mi pesar) se coloca en segundo lugar por la capacidad de inmersión real total en la invasión alienígena, eligiendo como protagonistas a personas simples y llanas con las que conseguimos sentirnos plenamente identificados, no en sus personalidades pero sí en su punto de vista en primera persona. Nosotros, quizás, no hubiésemos tenido tanta suerte como los protagonistas. Spielberg, además de “plagiar” a Shyamalan se permite homenajear a su más éxitosa obra, E.T., en una pequeña escena que no desvelaré. También, si se quiere mirar un poco más allá (no mucho, la verdad) se puede ver un cierto símil entre el ataque alienígena y los atentados del 11-S. Todo muy descafeinado pero a la vez muy evocador y preciso.




Los actores están muy bien, (no es de extrañar con lo que cobran), vamos, a la altura del presupuesto. Pero esta vez no me quedo con Dakota sino con Tim Robbins, perfecto en su papel y eclipsando (como es lógico) al sobreactuado Tom Cruise, que está toda la película poniendo cara de “me están haciendo un primer plano”, algo que me provocó más de una y de dos y de tres carcajadas y jocosos comentarios varios con mi novia. La gran decepción ha sido para muchos en que el final no sea tan espectacular como el comienzo. La verdad es que el final es igual de lógico que apresurado. Eso sí, respeta el final de la novela, pero podían haberse recreado algo más y no dejarnos a todos con la cara de querer más. Al parecer ya se oyen rumores de una segunda parte…

De todas formas tengo que confesar, y repito que muy a mi pesar, la película me ha encantado. Y aún estando menos descafeinada de lo que pensaba viniendo de la mano de Spielberg, me hubiese gustado alguna escena más explícita. De cualquier modo entiendo que es una película comercial, y como tal, a cuanta más gente llegue (ya sea niños o mayores de edad) mejor para las arcas del rey midas de Hollywood.




Ahora me quedo esperando unos subtítulos para la versión de serie b H.G. Wells’ War Of The Worlds protagonizada por el incombustible actor de serie b C. Thomas Howell. Seguro que los FX no serán como los de la versión de Spielberg, pero salen alienígenas y con eso me basta. También tengo ganas de echar unas partidas al Area 51, un shooter en primera persona que promete hacer las delicias de los amantes del género “UFO”, y al Destroy All Humans, donde nos ponemos en la piel de un alienígena que viene a nuestro planeta simple y llanamente a joder. Y ahora que comento lo de los videojuegos, la invasión alienígena de Spielberg me recordó muchísimo a una de las razas del juego de estrategia que más me ha enganchado, estoy hablando de ese juegazo de Blizzard llamado Starcraft y la raza Zerg.




¿Os habéis fijado que desde no hace mucho se han puesto de moda las películas de zombies, de catástrofes y de alienígenas? ¿Por qué será? ¿El redescubrimiento de un género cinematográfico, el buscar una emoción muy alejada de nuestro estado del bienestar, o el “saborear” el miedo de saber que nuestra perfecta sociedad cualquier día pueda desmoronarse? ¿Estamos tan protegidos como muchos creen, o sólo están debidamente protegidos los de siempre?

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