domingo, septiembre 30, 2007

Pestazo en hora punta

Ese olor agudo a disolvente, a boquilla de cigarro con sabor a pintura, ese olor a papeles sucios y gastados, a papel de lija trabajado. Ese olor a ambientador barato a primera hora de la mañana, a vómito en la puerta izquierda del asiento de atrás, ese olor a rancio en la última parada de metro. El recuerdo de olor a exitus en la parada de urgencias. Olor a química que me persigue dentro del polígono industrial, ese olor a soldadura industrial requemada, a desodorante industrial malgastado. Ese olor a pies en el vestuario, olor a sobaquera en la esquina del autobús, olor a miedo, ese maldito olor diario a ser humano cansado. Ese olor en la cola para pagar, ese olor en la cola para comprar, ese mal olor encima de otro mal olor, ese olor visceral y gastrointestinal. Ese olor a maquillaje exagerado, ese olor a perfume exagerado, ese jodido fémino olor a hembra artificial. Olor a gasoil desde el asiento delantero, a goma quemada, a gases humeando desde el tubo de escape gastado. Ese olor a alcohol digerido, ese olor a profundidad humana, a cigarro mal apagado. Esa puta mierda de olor infernal que en la fábrica no dejaba de molestar, ese olor a nada, ese puto olor vacío que se clava en los pulmones, que se hace imposible de respirar. La mierda de olor a tráfico en hora punta, a prisas sin justificar, a falsedad recién levantada. Olor a críos mal lavados, a críos malcriados, a maduras aceleradas, a currelas sin duchar y con marcas de almohadas en sus caras, a restos de lagañas, a ancianos meados, a puteros rezagados, a drogados que esperan drogarse más, a ejecutivos repeinados bostezando sin parar, a cocaína en los billetes para pagar, ese olor a puta sin duchar, a resaca difícil de encajar, a impaciencia desmedida, a forzada intimidad, a mirada fija en el retrovisor desde el asiento de atrás, y ese puto y maldito olor a mal despertar. Aguantar la peste se convierte en rutina, las curtidas fosas nasales encajan el nauseabundo pestazo diario, el pestazo de la hora punta. Ahora la mierda no huele peor.



Inspirado por las largas primeras horas de las mañanas del mes de mayo, sentado y conduciendo en el asiento delantero izquierdo de un taxi cualquiera, por una de los peores y más orgullosas y civilizadas ciudades del planeta.

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