miércoles, septiembre 26, 2007

Expectativas, rodando, jarcor, luchando, melodías, apartando, viviendo, esperando, disfrutando, sobreviviendo, y esperando…

Son los dos videoclips que más veces he disfrutado en las últimas semanas; aceleramiento en curso, recuerdos inevitablemente empañados de mis primeros roces con el una vez recién nacido e incomprendido skacore (Voodoo Glow Skulls y ese pedazo de Firme a doble idioma me vienen a la mente a base de bofetones en forma de flashbacks), sentimientos huidos y dolores enquistados esperando a sanar, reconciliándome con lo que una vez todo me dio, esquivando errores y afrontando errores con resignación. Todo rebotando y escapando a la vez en mi cabeza, y a la vez esperando ser ordenado. La madurez puede ser, y es, más dolorosa que ese momento exacto y deleznable en el que percibimos perder toda nuestra inocencia. Las drogas hace tiempo que dejaron de parecernos importantes, las tonterías ya no nos parecen importantes. Todo adquiere un valor asquerosamente aséptico. Todo es seco, sobrio, y seco y sobrio a la vez. Todo nos parece más pesado, más difícil de soportar, y a la vez mucho más difícil de ignorar. La concentración en algo que nos motive adquiere un motivo poderosamente temible. Somos parte de una generación que se mueve a codazos dentro de otra muy bien definida y acomodada. Nada que ver con muñecas rusas. Es todo tan complicado que la misma idea de simplificación generacional me parece un vulgar insulto a lo que realmente somos y queremos representar. A veces nos mostramos simples y a veces complicados, pero esos detalles que nos atraen, son capaces de exhibir con especial orgullo la absoluta sencillez de lo práctico. Nada es tanto como parece pero lo suficiente para que nos conmovamos. El único pálpito es seguir batallando, no es un momento especialmente jodido, sólo es otro día más, y esta vez me apetecía plasmarlo en palabras.




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