The Texas Chainsaw Massacre: The Origin fue el título original pensado para la precuela del remake de La Matanza de Texas. Al final, no sé porqué, y aún lo estoy intentando averiguar, se acabó titulando The Texas Chainsaw Massacre: The Beginning, y en nuestro ‘querido’ país, en un ataque de falsa autenticidad han optado por mantener el título original, y nunca mejor dicho.
¿Qué puedo decir de una de las sagas que marcó de manera más que acentuada mi adolescencia? Mucho. Creo que podría estar hablando durante horas -que se lo pregunten a mi novia- de la primera y segunda parte sin aburrirme, para al final, y después de haber visto pero no disfrutado de todas las películas de Tobe Hooper, confesar con cierta resignación que esa obra maestra del género de terror fue realizada por una mezcla de suerte, empeño y frescura de principiante, pero sobretodo suerte. Creo que la obra maestra convertida en obra de culto no fue concebida intencionadamente, estoy seguro que fue todo una pura casualidad y que Hooper no ha conseguido superar ni igualar su pieza maestra. Está claro que nadie piensa, aunque sí desea, crear una obra de culto, pero Hooper fue muy afortunado.
Necesitaría tiempo para describir con palabras todo lo que sentí en el primer visionado de la obra original y todo lo que siento cuando la revisiono. Su segunda parte, aún no tomándose en serio, se convirtió por méritos propios y en especial del personaje de Choptop, en otra pieza de culto del cine de terror de los 80 pero esta vez rozando la autoparodia. Durante años tuve en mente la imagen de ese demacrado Choptop, interpretado por el gran Bill Moseley, rascándose con un alambre la zona carnosa que bordeaba la placa metálica que cubría su cráneo, para inmediatamente degustarla como esos cerdos que se comen sus propios mocos.
De la tercera y cuarte parte no quiero ni hablar porque jamás deberían haber existido. En cambio, el remake del 2003 me gustó y mucho. El alemán Marcus Nispel renovó la saga de manera más que digna, erigiéndose como gran conocedor del género (esa práctica escena del anillo) para mostrarnos a una familia de psicópatas modernizada que poco tiene que ver con la original del 74 pero ingeniosamente concebida para abrir un amplio abanico de posibilidades hasta el tramo final, (Cara de cuero herido de esa manera difícilmente puede provocar una secuela) lo que provocó una precuela.
Gran acierto fue contar con R. Lee Ermery para crear al Sheriff Hoyt en el renovado remake; un personaje dotado de tanto carisma -por méritos del actor- que en su precuela llega incluso a eclipsar a nuestro ‘querido’ Leatherface. Y esto mismo se puede casi transpolar a la saga Halloween con su cada vez menos interesante Michael Myers y su cada vez más interesante Dr. Sam Loomis (a ver que tal lo hace el bueno de Rob). Nuestro amado cara de cuero pierde carisma aunque el actor que lo interpreta vaya sobrado de ella. El Sheriff Hoyt es el único e indiscutible protagonista de La Matanza de Texas: El Origen, es él y nadie más que él, el que nos angustia, nos sorprende, nos inquieta, nos repugna y nos anima a seguir viendo más e incluso nos hace soltar más de una carcajada con su humor perverso en extremo. Sus peludas cejas a ras del sombrero, su orejas a ras del sombrero, su boca arqueada en muestra de constante mal humor, rasgos que ya le hicieron famoso en La Chaqueta Metálica pero que aquí aparecen bastante más acentuados. En la precuela, por mucho que impresione este Leatherface de paso lento pero conciso, casi arrastrando esa espectacular sierra mecánica, por mucho que torture, despelleje y trocee, no llega a estar a la altura en ningún momento del gran Sheriff Hoyt.
La Matanza de Texas: El Origen es violenta y sangrienta; pero no llega a ser tan explícita como la gente afirma, quizás porque muchos de los que se impresionan con sangre y desmembramientos jamás han disfrutado de una película auténticamente gore, aunque lamentablemente algunos de esos tipejos que reniegan del gore no reniegan de su deleznable actividad diaria de joder al prójimo. De todas formas sí, es sangrienta, pero en su justa medida. Incluso me atrevería a decir que la versión que ha llegado aquí está algo censurada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario