domingo, diciembre 19, 2004

El Atormentado

Me gustan los personajes atormentados, y en especial los que no pueden evitar ocultar las evidencias físicas de su infierno particular. Me gustan las películas sombrías, y en especial aquellas que usan una especie de filtro para limitar los colores a la gama más oscura. Y además me gustan las películas que hagan cómplice al espectador mostrando dobles lecturas y un trasfondo algo más profundo de lo habitual. Y es en esto último donde falla El Maquinista, dirigida por Brad Anderson y protagonizada por un esquelético y disciplinado Christian Bale. El final “sorpresa” es el fallo más grande de toda la película, y para no desvelar nada, no comentaré nada sobre ese pésimo final.

De todas formas El Maquinista me ha gustado, y mucho. Impresionante Christian Bale en cada plano, en cada fotograma. Hay momentos en los que sentiremos incluso angustia de ver un físico tan escuálido y cadavérico.
Si aún queda alguien que no sabe de qué trata El Maquinista, lo comentaré con una frase algo castiza: Trata sobre un currela que padece de insomnio y comienza a no distinguir lo que es real de lo que no lo es. El argumento da mucho juego que no se ha sabido o no se ha querido aprovechar, una lástima.


Cuando observamos en una película que el escenario donde se desarrolla parte de la acción nos es familiar, o da la casualidad de que hemos trabajado o estado en un lugar parecido, nos fijamos inconscientemente en muchos detalles que a otras personas pueden habérseles pasado. No es que sean detalles que influyan en la trama de la película, sino detalles que indican que la recreación, la fantasía escénica de la película, está representada casi a la perfección. En esta parte El Maquinista destaca y mucho, a un nivel que en pocas películas he visto. Nos muestra la típica fábrica de currela, pero de currela del ramo de la metalurgia, un curro que a nadie recomiendo. La fábrica es oscura, las máquinas casi están agolpadas y el ruido es ensordecedor. Un trabajo rutinario supervisado por un encargado déspota y pelota que, libreta en mano, va apuntando en su lista negra a todo aquel que no le lama el culo. Además la distribución de la fábrica es tan real que no me extrañaría que hubieran filmado en una de verdad. Los despachos, como siempre se encuentran al final de una escalera que lleva a un piso superior con unas ventanas que dejan ver y controlar a todos los currelas. Veremos también la máquina de fichar, algo anticuada pero que aún usan en muchas fábricas. Los vestuarios más de lo mismo, son un calco de la realidad y además con la personalidad incluida de los currelas contando sus batallitas y todos demostrando un nivel cultural bajo. Es extraño, hoy día he visto a universitarios currar en fábricas como esta.


Comentaba antes que el argumento está desaprovechado, se me ocurren mil y una posibilidades para llevar a la película a un desenlace más que digno. Digno a lo que es la primera hora de película. De hecho para mi, esta película ha sido como un dejavu constante, como si la hubiera vivido, o visto, o leído algo parecido anteriormente, y no me refiero a El Club de la Lucha. Una lástima, repito, que Brad Andreson no la haya podido llevar más allá.



Al final, como siempre, lo que cuenta es ganar dinero, así que decidieron vender la película como una de terror, con el aliciente de ver a Bale con 35 kilos menos y lanzarla en todos los cines, para observar la cara de gilipollas que se le queda al espectador medio palomitero cuando descubre el final de la película.

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